Economía del cuidado y los desafíos de su registro

En la ciencia económica, se define habitualmente a su objeto de estudio dentro de límites concretos relacionados a lo que se considera como “económico” o posible de ser dimensionado en el mercado.

Es decir, que todo lo que quede fuera de él queda excluido del campo de estudio de la economía. Pero existen diversas y numerosas tareas necesarias para que la vida continúe y para que, en muchos casos, el propio mercado pueda funcionar.

Entre ellas, podemos mencionar, por ejemplo, las actividades cotidianas que debemos realizar previamente para llegar a nuestro lugar de trabajo: los alimentos que tenemos que tener a disposición y prepararlos para la primera comida del día, ropa aseada, un hogar en condiciones de ser habitado (nos referimos a electrodomésticos funcionando, estructura edilicia del hogar en condiciones, limpieza del hogar, etc). En un apartado ilustrativo especial, se puede mencionar el cuidado de nuestros hijos y todas las actividades que impliquen su desarrollo tanto cognitivo y físico como el emocional, cultural y social.

Aunque en algunos casos, ese trabajo si es contabilizado en caso de contar con la actividad del empleo doméstico; a grandes rasgos, nos referimos a lo que se conoce con el concepto teórico de “economía del cuidado” o “trabajo no remunerado” que representa a muchos hogares de nuestra sociedad.

Más allá de los términos que se utilicen en cada caso, lo interesante es el surgimiento de nuevos debates que han puesto a las tareas del cuidado en el ámbito de lo público. Desplazándose del ámbito privado en que el habitualmente se encontraban y relegados, en general, a las mujeres. De esa manera, emerge este concepto y su importancia tanto a nivel macroeconómico, en el aspecto de las actividades necesarias para que la vida continúe como a nivel microeconómico respecto a la gestión del tiempo y del trabajo dentro de los hogares.

Para la medición concreta de la actividad económica de un país, su producción o renta se utiliza al mercado y a todos los bienes y servicios que interactúan en él.. Por lo tanto, cualquier actividad que no esté en las esferas del aporte como producción económica, no es considerada “medible” a lo largo del tiempo y suele ser considerada como economía de subsistencia o doméstica. La definición de una persona que está trabajando siempre va de la mano de una retribución o remuneración por alguna acción o actividad en esa misma línea de vinculación con algún mercado.

La “economía del cuidado” referido al trabajo que no es retribuido monetariamente realizado en el hogar (cuidado de niños, ancianos, mantenimiento) y que reproduce y mantiene la fuerza de trabajo en el sistema de producción actual y futuro, representa en países del mundo un porcentaje muy alto.

La necesidad de contar con una valoración monetaria del dinero ahorrado o del valor monetario del trabajo familiar doméstico traería un elemento concreto la visibilización necesaria de esta problemática (habitualmente protagonizado por la mujer). Asimismo, las actividades realizadas en el hogar son de una naturaleza bastante peculiar y diferenciable de las laborales en el mercado, lo cual complejiza el análisis de la posibilidad de una evaluación en términos monetarios. La satisfacción de las necesidades (incluso las no materiales, emocionales, etc.) de los miembros de una familia, involucran relaciones humanas, complejas de medir. Al mismo tiempo, usar como base las evaluaciones que nos muestra el ambiente mercantil para poner en tensión con esta economía invisible, es al menos llamativo. De todos modos, contabilizar el trabajo doméstico, ya sea en dinero o en horas, es un modo de pagar una parte de la deuda estadística con la que se cuenta en la actualidad.

La importancia de llegar a un involucramiento continuo de construcción de este tipo de datos, ayudaría a poner en foco cuestiones relacionadas a las jerarquías y desigualdades de género. No sólo en el ámbito remunerado, sino también en la esfera de la reproducción de la vida, de la organización de los tiempos domésticos, de las relaciones humanas y, sobre todo, del diseño concreto y coherente de políticas redistributivas, de estadísticas suficientes y de debates ciudadanos.

Ensayo basado en el artículo: El uso del tiempo y el trabajo doméstico del cuidado, la deuda estadística de la economía invisible, publicado en la Revista Raigal, UNVM: http://raigal.unvm.edu.ar/ojs/index.php/raigal/issue/view/14/Raigal%20N5

Notas relacionadas

MUJERES PROTAGONISTAS DEL CAMBIO

A lo largo de la historia las mujeres hemos sido protagonistas de los cambios más profundos, muchas veces desde el silencio otras veces no tanto…